15-50 cm de altitud. Planta herbácea perenne de la familia Asteraceae; se distribuye por la región circunmediterránea; frecuente en las zonas cálidas de la Península Ibérica, especialmente arenales costeros y pedregales desde el nivel del mar hasta la media montaña.
La planta se suele secar al final del verano, aparentando estar muerta, pero con las lluvias otoñales resurge con fuerza, o bien brota de las semillas del año anterior dispersas por el viento.
Los tallos son erectos o decudentes, formando una planta de aspecto redondeado y más o menos compacta; la base de los años tiene aspecto leñoso en los tallos de años anteriores y cubiertas de vello blanco o lanoso.
Las hojas son alternas de unos 3 mm de longitud, lineares con borde enrollado, están cubiertas de un polvillo o tomento blanquecino que se desprende al frotarlas.
Las flores aparecen al final de los tallos, en su extremo, tienen forma redondeada y están formada por la agrupación de capítulos en número de 3-5 hasta varias decenas, son de color amarillo intenso, el involucro está formado por 4-5 filas de brácteas escariosas de color amarillo o anaranjado que forman un cálice, dentro de este está el receptáculo que es plano, en su superficie se agrupan flores hermafroditas en el centro y femeninas en la perifería, no tiene pétalos o ligulas; florecen desde febrero hasta mitad del verano, dependiendo de la altitud del hábitat.
El fruto es una cipsela, con pequeñas semillas de color pardo y un vilano que le ayuda a volar con el viento.
Habita en suelos soleados, secos, y con exposición directa al sol, indiferente al sustrato, aunque los prefiere arenosos o calizos, frecuente en pedregales y suelos erosionados.
Se han utilizado sus flores en infusiones, como expectorante y para la fiebre, de ahí su nombre asociado a la conocida Manzanilla.
Es de destacar su olor intenso al manipularla, de tonos dulce y amargos.
Fotos de la Serranía de Ronda.
Mayo 2020
